miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ocho consejos para iniciarte en el Trail Running



Si correr en la ciudad comienza a volverse aburrido, tal vez quieras probar otros terrenos. El Trail Running es una alternativa a nuestro deporte. Se practica en senderos de trekking, y si estás pensando en empezar hay algunos puntos a tener en cuenta:

1. Elegir el terreno

Corre en senderos adecuados para tu nivel de entrenamiento. Empieza por caminos de arena con poco desnivel y con una superficie fácil para correr. A medida que adquieras resistencia y experiencia podrás elegir terrenos más dificultosos y con mayor pendiente.

2. Sal acompañado

Es recomendable salir a correr con otros, no sólo porque el ejercicio se hace más llevadero sino también ante la posibilidad de cualquier accidente. Si esto resultara imposible, al menos deberías avisar a alguien en qué zona estarás corriendo.

3. Regula tu respiración

Conviene ir regulando el ritmo de tu respiración de acuerdo a las distintas exigencias de del terreno, así evitarás sentirte “ahogado”.

4. Encuentra tu nuevo ritmo

Correr en senderos es bastante más exigente que el running urbano al que estarás acostumbrado. Planifica hacer algunos kilómetros menos y a un ritmo más lento de lo que corres habitualmente.

5. Utiliza el equipo adecuado

Usa ropa transpirable y calzado con buen agarre. Evita usar el mismo calzado que usas para la calle, porque sufrirá un desgaste excesivo.


6. Pon atención al camino

Mantén la cabeza erguida y los ojos en el terreno para poder ver a tiempo cualquier obstáculo, rocas, raíces o troncos en el camino.

7. Cuidado en las bajadas

Para evitar caídas en las bajadas deberás controlar tu velocidad en todo momento. La mejor manera de correr en bajada es inclinarse levemente hacia adelante y realizar pasos rápidos pero cortos. Evitar los saltos amplios te permitirá reducir el impacto que soportan tus piernas.

8. Olvídate de la cima

La clave para correr en desnivel o entre sierras o montañas es regular bien tu nivel de esfuerzo, lo que implica un paso más lento en las subidas y más ligero en las bajadas. Podemos aprovechar el terreno llano para recuperar y dosificar el esfuerzo. No conviene gastar energía en “atacar la cima” sólo conseguirás llegar sin aliento y quedar cansado para el resto del camino.